Tal vez tengas ya clarísimo que necesitas cuidarte.
De hecho espero que así sea, que hayas dejado atrás la idea de que dedicarte tiempo a ti misma es algo egoísta, que lo realmente importante son las obligaciones y complacer a los demás. Porque esa creencia lo único que consigue es anclarte a comportamientos que te desgastan, te agotan y que en lo más profundo de tu corazón te hacen sentir mal. Aún así, tenerla “superada” no es garantía absoluta de nada porque está tan arraigada dentro de nosotras que es muy posible que reaparezca cual fantasma cada cierto tiempo. Eso también podemos aprender a gestionarlo pero no es el tema de este post.

Hoy quiero hablarte de esa sensación que te invade cuando piensas “ok, voy a cuidarme” pero te sientes perdida y no sabes por donde empezar.
Porque…¿qué significa realmente cuidarse?
Puede que aparezcan en tu cabeza imágenes como un maravilloso spa en el que pasar todo el día, darte un masaje o ir a la peluquería a ponerte (aún más) preciosa. Y todo eso está genial para mimarse un poco, pero ni es algo que puedas hacer cada día (salvo que seas una Kardashian) ni es la única forma que existe de cuidarse. De hecho, hay mujeres a las que estos planes, que a priori parecen fascinarnos a todas, no les gustan nada y de hecho les suponen un motivo de estrés.
No hay recetas mágicas ni formas de autocuidado que nos sirvan a todas por igual. Ni siquiera a cada una de nosotras nos sirve lo mismo siempre. Se trata de que encuentres lo que a ti te funciona en cada momento, que sepas identificar lo que necesitas y te des el permiso para hacerlo.
Lo que quiero compartir contigo a continuación son algunas claves que te van a ayudar a descubrir esas propuestas concretas que funcionan para ti.
No te conformes.
Por experiencia propia y la de muchas de las mujeres con las que trabajo he comprobado que en infinidad de ocasiones identificamos el hecho de cuidarnos con hacer algo que no nos disgusta o que simplemente nos resulta agradable. Pero eso no es suficiente. No se trata de aceptar un plan que no te resulta horroroso sino que hay que buscar el disfrute real. Imagina que estuviéramos hablando de comida y que a ti te encanta el pescado, odias las legumbres y el arroz, pues ni fu ni fa. Si vas a un restaurante en el que puedes elegir el plato que quieras para disfrutar de una buena comida obviamente no optarías por unas lentejas pero… ¿te conformarías con la paella? ¡No! Pedirías esa merluza al horno que te hace la boca agua solo con imaginarla. ¿Cierto o no? Pues cuando elijas la forma de cuidarte no te quedes a medias con algo que no te emocione. De todas las opciones que tienes disponibles haz la que más te llene realmente, aquella que te haga más feliz, que te siente mejor o con la que más disfrutes. Porque te lo mereces. Y punto.
Pon el foco en ti.
En parte va ligado al punto anterior porque es frecuente que aceptes esos “autocuidados mediocres” porque es algo que le encanta a tu amiga/hijos/pareja [inserta aquí tu opción], a ti no te desagrada y así podéis compartir ese tiempo juntos. Meeeec!!! Error!!! Salvo que la mera compañía de esa persona te suponga tal disfrute que haga que para ti el plan se transforme en planazo (y te diría que ni aún así) no sirve. No trates de matar dos pájaros de un tiro uniendo el cuidarte a ti misma con pasar tiempo con otras personas y justificándote en que es la única forma porque no te da la vida para todo. Lo importante de los autocuidados eres tú y tú y tú y solamente tú. Sí, le he robado la frase a Pablo Alborán pero es que estoy segura de que con un solo tú no te habría quedado claro del todo. En este momento tienes que centrarte en ti y en lo que tú quieres.
Espacio, tiempo y presencia.
El tiempo para cuidarte no va a estar ahí esperándote, ni va a aparecer mágicamente en tu agenda. Es más, salvo honrosas y escasas excepciones, nadie va a venir a decirte “ve, tómate la tarde para hacer eso que tanto te apetece que ya me encargo yo de todo”. El tiempo es el que es, no se busca ni se encuentra. Es tiempo está y pasa siempre a la misma velocidad. Lo que debes hacer, si quieres cuidarte, es hacer un hueco en ese tiempo para dedicarte a ti y a lo que te gusta. Incluirlo en la agenda como prioridad y comprometerte con ello. Y repito que nadie va a venir a dártelo, reservarlo es tu responsabilidad. Cuando llegue ese momento de estar contigo y para ti, hazlo con todos tus sentidos. De poco va a servir que hayas elegido perfectamente el momento y a qué lo vas a dedicar si no vas a estar realmente presente y tu cabeza va a pensar que deberías estar haciendo otra cosa, estar en otro sitio, siendo más productiva o vete a saber cuantas cosas más. Has decidido dedicarte atención, tiempo y espacio, disfrútalo a tope y déjate de culpabilidades. Recuerda que los autocuidados no son un acto egoísta sino de amor por una misma.
Quiero terminar con una frase que para mí es una especie de mantra: “eres la persona más importante de tu vida, el centro de tu propio universo”. Recuérdalo porque sé que va a ayudarte a poner en práctica todo lo que he compartido contigo en este post, a no olvidarte de ti misma y a cuidarte como necesitas y mereces.
0 comentarios